El más emotivo lector necesita olvidarse de aquel viejo apotegma que menciona que los seres humanos son criaturas sumamente complejas que cargan en su espalda una enorme gama de emociones que le trastornan la vida. Por lo visto, todo ese tema no pasa de conversa para buey dormir, ya que en realidad nuevas pesquisas sugieren que los bípedes humanos tenemos apenas cuatro emociones que varían entre sí.
Antes que nada, es importante aclarar que las emociones no son más que fenómenos afectivos y subjetivos, interpretados como una manera de adaptación al ambiente en que un individuo se desarrolla. La hipótesis científica ampliamente difundida, menciona que habrían seis tipos de emociones primarias prontas para atosigarnos la vida: tristeza, felicidad, sorpresa, asco, miedo e ira.
Claro que por un lado existen las llamadas “emociones de fondo”, que nada más son que producto o resultado de las emociones básicas. Asimismo, a pesar de su significancia, este tipo de emociones no suelen manifestarse en la conducta de la persona, ya que la locura no es una emoción. Por tanto, en este renglón existen básicamente dos: “desánimo y entusiasmo”, y a partir de ellas no sólo se conforma el estado de ánimo diario de un individuo, sino que también influyen radicalmente en sus acciones… Las que sí pueden llevarlo a la locura extrema.
También están las “emociones sociales”, que reciben su nombre a partir del hecho de que es condición básica la presencia de otra persona para que estas puedan aflorar. No en tanto, a diferencia de lo que se suele creer, no son el resultado de la formación cultural brindada por la escuela y la familia. Por consiguiente, esa formación cultural sólo podría determinar la manera en que el individuo exteriorizará dichas emociones, pero de ninguna manera conseguirían crearlas. Algunas de las emociones sociales sería: vergüenza, gratitud, admiración, orgullo, celos, simpatía, ofuscación, admiración, irritación, y demás etcéteras por el estilo.
Otra manera de clasificar a las emociones sería, en primer lugar, las “emociones positivas”, que son aquellas que propician una acentuación en el bienestar del individuo que las siente. Éstas suelen contribuir favorablemente en la manera de pensar y de actuar de las personas, proporcionando reservas tanto físicas como psicológicas para tiempos de crisis. Un ejemplo de emociones positivas son la alegría, la satisfacción, la gratitud, la serenidad, y obviamente sus demás etcéteras.
Empero, no podemos dejar afuera del tarro las “emociones negativas”, que, de manera contraria a las del parágrafo anterior, provocan una reducción en el bienestar del sujeto que la experimenta. Por eso mismo existe en cada uno el fervoroso deseo consciente de evadirlas, ya que ellas bloquean la energía del ser humano e inciden negativamente en su salud. Puede afirmarse que la ira, el miedo, el asco y la depresión son algunos ejemplos de emociones negativas.
Sin embargo, como ya mencioné al inicio de la redacción, podemos depositar toda esta perorata en la lata de la basura, porque un nuevo estudio realizado por la “Universidad de Glasgow”, y publicado en la revista “Current Biology”, afirma que el ser humano sólo disfruta de cuatro emociones de base biológica: felicidad, tristeza, miedo/sorpresa e ira/disgusto.
Para desenvolver la referida investigación, los participantes fueron expuestos a expresiones faciales generadas por computador, y enseguida tuvieron que identificar las seis emociones predominantemente socialmente aceptas hasta el presente.
Al inicio, la rabia y disgusto, así como el miedo y la sorpresa, parecían muy similares. Por ejemplo, la sorpresa y el miedo presentaban movimientos de sobreceja parecidos. No en tanto, a lo largo del tiempo y conforme las expresiones se fueron desenvolviendo, los participantes fueron capaces de distinguir entre los dos tipos de emoción, sugiriendo que las diferencias entre rabia, disgusto, sorpresa y miedo son resultado de la evolución social, y no biológica.
Los investigadores se dieron el trabajo de explicar que la expresión de ojos bien abiertos que aparece con el miedo/sorpresa, es una respuesta al peligro inmediato: “el organismo actúa así para poder colectar más información visual. Fruncir la nariz delante de algo asqueroso y desagradable o cuando estamos con rabia, es una respuesta al peligro inminente, así habría menos chances de respirar algo peligroso para la salud”.
“Estos resultados nos muestran que los modelos de expresión facial transmiten una jerarquía de evolución de señales a lo largo del tiempo, caracterizado por señales biológicamente enraizados y más simple al inicio de la dinámica de señalización seguido por señales más complejos y socialmente específicos, que finalmente distinguen las seis expresiones faciales de emoción”, concluye el estudio.
En todo caso, todo esto me lleva a pensar que, a pesar de antípodas, ni siempre la Verdad y la Mentira estuvieron tan próximas… ¡Emocionante!
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