Confieso que hoy pensé en ti al ver resbalar las gotas de lluvia por mi ventana. Cada una de esas líneas dibujas al acaso en el cristal me trajo un recuerdo tuyo, y pienso que quizás tú también me estés extrañando en esta tarde fría.
Estoy convencido que hoy te pensé más ayer, más que nunca, al beberme una copa de vino, cuando el calor que me trasmitió me hizo recordar los días que te abrigaba en mis brazos y te decía cosas bonitas al oído, mientras tú me contestabas que ése era tu lugar favorito: mis brazos.
Hoy tuve la carente necesidad de sentir aquel tan tenue y prolongado abrazo que solías darme antes de despedirnos en aquella esquina de siempre.
Sí, hoy te pensé más que en los ayeres, y doy gracias a la lluvia de hoy que me permitió ver tu rostro una vez más trazado en cada gota, y recordar tus ojos de miel mientras bebía otro sorbo de vino con sabor a te extraño.
Sin embargo, sé que hoy tú no estás en las palabras u otros léxicos. Estás tan sólo en mis recuerdos tristes, y considero que eso no tiene nada que ver con decirlo, con querer buscarle nombres, pronombres o morfemas. Pero sin dudad eres mi día de sol cuando es noche, mi eterna noche sin ti. Eres música cuando todo es silencio, eres todo en mi nada.
Sé que he dejado una huella. Nunca me iré del todo. Me recordarás. Lo harás cuando menos lo esperes.
Tal vez algún otro día nos cruce nuevamente la vida y lo que hoy queda en poesía y deseo, se haga realidad entre tus brazos y mis besos.
Dime que sientes lo que yo siento, que no te lo explicas, pero que lo sientes, ahora… Mientras yo te amo.