Perfume de Flor


14- perfume de flor

Debes suponer, mi dulce y sensitiva niña, que el infinito nunca será por demás distante e inalcanzable, si tú admites por un instante que tus sueños e ilusiones nocturnas vuelen hacia él en un serafín alado.

Alma de mi alma, hoy eres todo perfume de flor. Tu tibia piel posee la penetrante fragancia de mil rosas, junto al dulce aroma del jazmín que desabrocha en la primavera de la vida.

Puede que tú no lo sepas aun, pero llevas preso a tu cabello el efluvio de los claveles del amor. De hecho, el estar a tu lado es como si caminase en una pradera de miles de celestes lavandas afloradas.

Disculpa el ardor de mi voluntad, hechicera de mis horas, pero te suplico de rodillas que permitas que mis manos, en este momento atrevidas y codiciosas, se ahuequen durante un largo instante en tus rosadas mejillas, y que mis labios, que hoy son de mármol, toquen mil veces tus labios de almíbar y arrope, para que el beso que te entregan sea la caricia suave de una brisa de esplendor que mima la frescura del rosedal.

Confieso, dulce niña de mis aturdidas quimeras, que tus bellos ojos color de miel, tu sonrisa de querubín, y la dócil cadencia de tu voz, es lo que me provoca alucinaciones de aguamiel.

Deja, hada de mis sueños, que mis anhelantes y trémulas manos se entreguen, esperanzadas que están, a explorar entre caricias el terciopelo dócil que cubre la piel de tu cuerpo. Concede a este torpe penitente del amor, a que sus dedos ambiciosos se deslizan leves y tibios sobre tu cuerpo de seda.

Aprecia como mis ojos, bajo párpados humildes, te aman silenciosos con la mirada… Y notarás que junto a su tácito observar, mis labios sedientos ahogarán ahora su sed de amor en tu boca de almíbar.

Con tu anuencia, miles de veces mis tiernos besos de amor y mis suaves caricias de pasión colmarán tu alma de un delirio sinfín, haciendo que el nirvana entero se postre a tus pies.