De Conciencia Moribunda


Existe una infinidad de caminantes que acreditan piamente que existen ocasiones en la vida en las que debemos dejarnos llevar por la corriente de lo que sucede, como si nos faltasen las fuerzas para resistir; empero, de pronto uno comprende que el río se ha puesto a nuestro favor y nadie más se ha dado cuenta de eso, sólo nosotros, y quien nos mire creerá que estamos a punto de naufragar, no obstante nuestra navegación nunca fue tan firme.

Básicamente existe un consenso que está arraigado entre los seres humanos sobre el cuestionamiento de la siguiente duda: ¿Qué acontece cuando morimos?… Más allá de dejar de respirar, evidente.

Desconcertados, algunos llegan a preguntar la opinión a sus vecinos, aunque sabemos que otros no lo hacen por no dar a saber de su vida, pues es verdadero que cuando estamos preguntando algo estamos diciendo sobre nosotros mucho más de lo que se podría imaginar. Con todo, lo que nos salva es que las personas preguntadas, en su mayoría, no tienen el oído preparado para comprender lo que se oculta tras las palabras aparentemente inocentes como lo pueden ser las que utilizamos para la pregunta.

Pues fue justamente pensando en todas esas vicisitudes y en la respuesta correcta que tendría que ser dada, que la ciencia pasó a desenvolver varios prototipos de investigaciones dirigidas para esa área específica… Sin necesidad uno tener que preguntar nada al Diablo.

Pues bien, ahora, un equipo de científicos de la “Universidad de Southampton”, al sur del Reino Unido, confirma un develamiento increíble. Estos investigadores dicen ya saber con certeza por cuanto tiempo funciona la consciencia humana después de decretada la muerte clínica.

Para eliminar dudas y escepticismos, -principalmente de todos aquellos que hacen de ellos su laboriosidad-, el estudio en cuestión fue desarrollado, según los investigadores, en larga escala. En total fueron entrevistadas 2 mil personas que ya atravesaron períodos de muerte clínica y retornaron a la vida… Medio tambaleantes, pero al fin volvieron. Y fueron más del 40% de los entrevistados los que dijeron y afirmaron que estaban conscientes durante todo ese difunteado tiempo que les tocara vivir.

Después de finalizadas las exhaustivas investigaciones junto a esas ex cadavéricas personas, los médicos llegaron a la sabia conclusión de que existe un período estimado de tiempo en que las personas permanecen conscientes. Según ellos, ese medio-tiempo tendría una duración entre dos y tres minutos… Lo que bien puede llegar ser una eternidad si lo tienen que pasar al lado de sus suegras.

En fin, sin importarse del talante es éstas, los investigadores afirman que en total, apenas 150 de los 2 mil entrevistados afirmaron que, durante ese período, los muertos vivos tuvieron plena consciencia y recuerdan de las técnicas y tratamientos que fueron realizados para salvar sus vidas en aquel momento. Ya otros 330 afirman que no tuvieron ayuda médica para volver a la vida… Lo que de por sí ya es un milagro mismo que no se llamen Lázaro.

Sabiendo de lo poco común que es tomar conciencia de tantas potencialidades simultaneas, aprovecho esta fabulosa ocasión en que la inteligencia colectiva parece exhibir con los pies lo que podría ser hecho con las vísceras, para humildemente reconocer que no paso de un ventrílocuo hablando conmigo mismo… ¡Pavoroso!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: http://www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/

Viva Mejor Después de Muerto


Sin duda existe una pléyade dispuesta a vivir a mil mientras el cuerpo aguante y su corazón palpite. Eso, porque imaginan que sus horas de francachela se acabarán tan luego se les arrugue la piel y las encías queden desnudas. Sin embargo otros continuarán el ritmo hasta estirar las patas, aunque la muerte se pueda definir como un evento resultante de la incapacidad orgánica de sostener la “homeostasis”. Por su vez, la vejez siempre les llegará dada la degradación del ácido “desoxirribonucleico” (ADN) incluido en los núcleos celulares, cuando la réplica de las células se hace cada vez más costosa.

Así pues, desde el punto de vista médico, la muerte se debe el cese global de funciones sistémicas en especial de las “funciones bioeléctricas cerebrales”, y por ende de las neuronales… Si es que el sujeto las tiene.

No es de extrañar que hasta el siglo XX la muerte se definiese como el cese de la actividad cardíaca o ausencia de pulso, la ausencia de reflejos y de la respiración visible. Con base a estas estimaciones muchas personas acabaron por ser inhumadas en cuanto vivían en estado de vida latente o afectada por periodos de catalepsia. A posterior, gracias a los avances tecnológicos y al mejor conocimiento de la actividad del cerebro -del que lo tiene, obvio-, la muerte pasó a definirse con un “electroencefalograma” que pueda acusar la ausencia de actividad bioeléctrica en parte del cerebro.

En todo caso ese procedimiento demostró ser insuficiente, ya que eventos posteriores lograron demostrar que ese proceso, en casos muy excepcionales, podía ser reversible, como resulta en el caso de los ahogados y dados por fallecidos en aguas al borde del punto de congelación.

Pues bien, recomiendo que el leyente se olvide de toda la explicación que ha sido dada para justificar tal incidente, ya que para intentar desvendar el misterio sobre el pos muerte y desanudar una de las grandes incógnitas de la historia de la humanidad, un grupo de laboriosos se ha ocupado de estudiar qué acontece después que morimos… O sea, antes que nos coloquen en el cajón y nos entierren de vez.

Por entrometido y curioso, la cuestión llevara al científico Sam Parnia, de la “Universidad de Southampton”, a coordinar un estudio sobre consciencia en el momento exacto después de la muerte… ¿Y no es que el resultado parece ser sorprendente?

Realizada con nada menos que 2000 casos de infarto en 15 hospitales del Reino Unido, Estados Unidos y Austria, la investigación terminó apuntando que el 9% del 39% de los sobrevivientes tuvieron una “experiencia de casi muerte” (EQM). O sea, ellos mantuvieron la consciencia mismo cuando eran dados como clínicamente muertos. Y, más aun, luego de ellos abrir los ojos contaron relatos de su deletérea experiencia.

“El paciente estuvo consciente por un periodo de tres minutos, siendo que durante ese mismo tiempo él estaba sin pulso. Eso es contradictorio, una vez que, normalmente, el cerebro deja de funcionar entre 20 y 30 segundos después que el corazón para, y no retoma las actividades hasta que vuelva a tener pulsación”, explicara Parnia.

Diferente de lo que pueda parecer, el objetivo de Parnia no es probar ningún evento sobrenatural ni macabro, y sí defender una tesis de que la consciencia humana no es tan dependiente del sistema nervoso… Claro que esto no se aplica a los políticos, ya que, para eso ocurrir, esta clase de individuos debe tener conciencia, lo que no se ha notado últimamente.

Pero, en fin, exceptuado la última acotación, preocupado con la vida ajena, el inconsciente especialista acabara por concluir: “Tenemos pruebas de que la consciencia se mantiene después de que el cerebro para. La realidad, ahora, es de mucho estudio para que podamos dar respuestas más precisas sobre el tema”.

Siendo así como parece, delante de la perplejidad de un público que aún respira y que se dice sagaz, debo calzar entonces mis cómodas zapatillas socráticas que gané un día de Alphio Derzen, el filósofo alemán que por motivos desconocidos daba siempre la impresión de decir adiós, y he de subir al tablado de papel con la misma destreza enfurecida de Nijinski, para tan sólo conmover la platea con mis alarmantes incendios sociales… ¡Fantástico!

(*) Libros y e-book disponibles en: Livraria Saraiva: http://www.saraiva.com.br; Livraria Siciliano: http://www.siciliano.com.br; www.clubedeautores.com.br/carlosdelfante; y en: Plataforma editorial Bubok: www.bubok.es/