Típico de Hitchcock o Stephen King


Es innegable que existe una muchedumbre que adora acompañar el desenlace de historias macabras, y que una infinidad del gentío no pierde oportunidad en seguir de cerca un buen cuento terror, horror, miedo o suspenso, como algunos prefieren llamarlos. Es cierto y sabido que estas jácaras son consideradas, en su sentido estricto, como toda composición literaria breve, generalmente de corte fantástico, cuyo principal objetivo parece ser provocar el escalofrío, la inquietud o el desasosiego en el receloso lector, definición que evidentemente no excluye en el autor otras pretensiones artísticas y literarias posibles e imaginarias y quizás nunca alcanzadas.

Los entendidos en la cuestión de desvendar lo que ocurre en mentes afectadas, afirman que el gusto por este tema no es una enfermedad del viviente, y que el interés por este tipo de historias de horror y lo sobrenatural cabe interpretarlo como un intento práctico del ser humano de introducir un orden y estructura en la imaginación, endureciendo así el alma contra sus amenazas. Explicado de otra manera, estos cuentos se usan como antídoto… Aunque el mismo correctivo no sirve de nada contra políticos corruptos.

En todo caso, por si al valiente lector le gustan las historias bizarras y surreales, seguramente que esta que aconteció recientemente en Colombia será un plato lleno para incrementar su intelecto y endurecer el alma, ya que para lo otro existe la famosa pastillita azul. Como sea, de acuerdo con las informaciones del periódico “El Heraldo”, el hecho aconteció en setiembre, cuando toda una ciudad quedó en estado de choque durante un velorio.

Entrando directo en el tema, la ceremonia, en este caso, era para Jorge Eliécer Julio Ramírez, que había muerto a los 52 años en la noche del 22 de setiembre último. Pero la cuestión es que durante el velorio, el difunto “resolvió” despertar de su sueño eterno y eso acabó creando pánico en la ciudad.

Jonathan Lemus, un empleado de una funeraria local es quien cuenta: “La cuestión es que lo que aconteció dejó a la ciudad entera en estado de choque. El comentario general de las personas que estaban de cuerpo presente en el velorio, es que ese señor abrió los ojos y se le cayeron las lágrimas”.

Es incontestable que de ahí en adelante un clima de caos tomara cuenta de Pelaya, la pequeña ciudad donde el interfecto e inanimado hombre vivía. Luego, como es normal que ocurra en lugares donde nunca ocurre nada que sirva de tema para chismear, los relatos comenzaron a surgir por todos lados y hasta comenzaron a ganar entonaciones bastante macabras.

“Sabemos también que hay mucha gente que se está muriendo de miedo por causa de este episodio. Tanto, que cuando llamaron un médico para examinar el cuerpo después que él abrió los ojos, ese médico salió corriendo de tanto miedo que tenía”, cuenta el chismoso de Lemus, el parlanchín sepulturero de la casa mortuoria.

El caso es que con la reacción “nada profesional” del médico cagón, los familiares de Jorge continúan sin saber lo que realmente aconteció. Pero de acuerdo con el parecer de otros especialistas consultados por “El Heraldo”, parece que el acontecimiento macabro puede ser simplemente fruto de un espasmo… Capaz de causar espanto.

La explicación de los médicos se basa en que, mismo muerto, Jorge puede haber tenido un espasmo que haya dispuesto a que abriera sus ojos. La situación no es común, pero tampoco es imposible de ocurrir. Por tanto, él tendría asustado a las personas presentes, pero de manera alguna tendría resucitado.

Puede que muchos no concuerden conmigo, pero no obstante toda esta historia parezca obvia ahora, los médicos consultados probaron al mundo que de hecho, es mucho mejor uno desdoblarse en una carrera eclética, de que simplemente trepidar en una silla eléctrica… ¡Jactancioso asunto!

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Puntos Cruciales del Odio


Es evidente que el sentimiento del odio es el germen de muchas desgracias, pero también es posible comprender que ésta es la única defensa que tenemos los humanos para luchar contra lo que nos amenaza o nos aniquila de una forma inminente o no. Sin embargo, infinitos señalan que desde el odio no se construye; y es solamente desde el amor que se crea y se genera el bienestar.

No en tanto, puede considerarse absolutamente lícito y comprensible odiar la guerra; y es lógico y entendible que alguien odie profundamente al que mató o mandó matar a un ser querido, o hasta el que nos robó nuestros modestos ahorros en una salidera bancaria. Pero: ¿qué otro sentimiento más que el odio se puede tener frente a los estafadores gubernamentales o privados que se quedan con el dinero del pueblo?

Lo que nos pasa, es que el tiempo y la costumbre de irse adaptando al horror y pasar a aceptar como hechos normales el robo, el dolo, la estafa y la tan mentada “avivada”, nos ha ido insensibilizando anta tanta maldad, que nuestros propios frenos morales nos llevan al perdón y a la resignación frente a tantos atropellos cotidianos.

Pero existen algunos pobres de espíritu que llegan a sustentar una posición sumamente singular y dañina con respecto a los “ciudadanazos” contrarios a la ideología oficial que los gobierna. Y como tal, no hace mucho que se vio a un locuaz y mediático líder pronunciándose con mal gesto e ira inocultable, sobre el acuerdo de alianzas con asambleístas de otras tiendas políticas sobre proyectos de Leyes diversas, y acerca de los que tanto se ha discutido, tanto se conjeturó y tanto se teme.

En todo caso, es bueno recordar que si es que aún tenemos democracia en nuestros países, entonces nos asiste el derecho al voto libre y secreto, y con él elegir a quien más nos plazca, al que se considere que representa mejor nuestros intereses, y hasta en quien nos simpatice, o en quien tengamos o depositamos algo de confianza. Al descalificar a los representantes de la oposición en la Asamblea Nacional, pienso que se está haciendo lo mismo con quienes votaron por ellos.

Ningún voto es más voto que otro, todos son iguales, todos pertenecen a ciudadanos que esperan verse representados, respetados y servidos por un gobierno legítimamente elegido, aunque sea de signo ideológico diferente al que se suscribe.

El perspicaz lector se indagará sobre una cuestión indiscutible: ¿Será difícil de entender que se gobierna para quienes nos dieron el voto y para quienes nos lo negaron?

Quienes con su actitud cicatera llaman a desconocer a la oposición, aunque sólo sea por un simple acuerdo parlamentario, asume una posición muy peligrosa para el conjunto de la sociedad, pues su acto puede entenderse como un llamado a la desobediencia.

Pero si es así, a mí me ha quedado una duda: ¿quién lo sanciona? Este es un punto crucial y delicado, pero insoslayable, que la Asamblea debería incorporar de inmediato a cualquier nuevo proyecto de Ley… Y sin temor, dicho sea de paso.

Claro que el perdón y la misericordia son prendas espirituales estimables, pero esos sentimientos nobles no deben convertirnos en peleles autistas y desacerbados… Pues poner la otra mejilla es cristiano, pero dejarse pegar, es imbécil.

O si prefiere que se lo diga de otra manera: “Perdonar es divino, olvidar es de bestia”.